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La historia de fantasía de Bai Juyi y la chimenea

En lo profundo de una nevada noche de invierno, una figura solitaria se sentaba junto a la chimenea, absorta en la contemplación. Una copa de vino y un volumen de libros adornaban la mesa, pero el poema que contenía pronto se transformaría en los vibrantes colores de la primavera. El hombre reflexionó, notando cómo prefería el calor y el crepitar de las llamas de la chimenea al aire acondicionado seco y frío del siglo XXI. A medida que avanzaba la noche, el crepitar de la leña en la chimenea se atenuó, calmando el ambiente. Sintió el impulso de levantarse, pero finalmente sucumbió a las limitaciones de la edad. ¿Será inconveniente envejecer?, se preguntó.

Sin duda, la ciudad de Hangzhou había experimentado una buena cantidad de altibajos a lo largo de las décadas, lo que la dejaba comprensiblemente agotada. Bai Juyi, conocido como el rey de la poesía, había recorrido el mundo literario durante años, lo que sin duda lo había dejado exhausto. El tiempo había presenciado a Li Bai conquistando la poesía de la dinastía Tang, mientras que Bai Juyi había conquistado el mundo con sus versos. Sin embargo, pocos sabían que el verdadero Bai Juyi falleció a la tierna edad de 37 años, obligado a casarse contra su voluntad por su madre. Era un alma incomprendida, atrapado para siempre en los confines de su propia existencia.

La oscuridad de la noche se hizo más profunda, con solo la chimenea proyectando su brillante luz, interrumpiendo la somnolencia que se avecinaba. La comodidad y la calidez de la habitación contrastaban marcadamente con el frío intenso del exterior. ¿Era una simple contradicción, o había algo más? Bai Juyi fijó su mirada en las llamas danzantes, esperando encontrar respuestas en su fascinante despliegue. ¿Valió la pena el viaje de su vida? Gu Quan había experimentado la inspiración divina a los 16 años y había recibido prestigiosos elogios a los 30, pero todo fue demasiado fugaz, enmascarado por las expectativas sociales como las posesiones, las relaciones y el éxito. ¿Por qué se preocupaba tanto? ¿Qué tenía que temer? ¿Acaso la gente lo consideraría diferente a Bai Juyi? ¡Esos pensamientos eran absurdos! Descartó las preocupaciones de su vida pasada y se concentró en el enigma que parecía desentrañar ante él esa noche.

La historia de fantasía de Bai Juyi y la chimenea 1

Algo no cuadraba. ¿Qué había ocurrido para perturbar esta noche apacible? ¿Sería todo un sueño? Sin embargo, podía sentir el calor del fuego como si fuera real. Bai Juyi seguía mirando la chimenea, anhelando descifrar el significado. Pero seguía siendo tan desconcertante como siempre. ¿Cómo podía un simple objeto tener sentido de la orientación, de la izquierda o la derecha? Las palabras que escribía en sus notas junto a la chimenea a menudo describían escenas con gran detalle, pero el fuego mismo se volvía cada vez más intenso, al igual que la generación anterior con la que Bai Juyi se identificaba. En sus últimos años, encontró consuelo en las tradiciones y costumbres de las dinastías Tang y Song, buscando calor junto a la chimenea de la Mansión Zheng. Desde la perspectiva del autor, había una innegable sensación de soledad, una contradicción en la psique de Bai Juyi, que equilibraba la desgracia y la fortuna. Tras su fachada artística se escondía una vida vivida con dramatismo, y en medio del caos, aún había espacio para la exploración y el crecimiento artístico, ajeno a los deseos materiales.

Perdido en sus pensamientos, Bai Juyi volvió a la realidad de golpe, sacudido por las brasas moribundas del fuego. Sintió una inquietud familiar, una deriva fantástica en su corazón. La duda se apoderó de él, similar al sueño de Zhuang Gong de ser una mariposa, o a una mariposa soñando con ser Zhuang Gong. Eso fue suficiente. El sueño lo había eludido esa noche, así que decidió levantarse. En el año 700 d. C., ajeno a las tecnologías modernas de la época, la luna y el viento armonizaban para crear una atmósfera propicia para la poesía. Bai Juyi se arrebujó en la colcha, arrojó algunos leños a la chimenea y juntó las manos con fuerza para sentir el calor. En ese breve instante, una miríada de pensamientos recorrió su mente. Era como si cientos de palabras ya residieran en él, listas para plasmarse en papel. Expresó su gratitud a la noche, al alma que lo habitaba y a la deriva fantástica en la chimenea. En una época que aún apreciaba las palabras y los versos puros, él saboreaba la oportunidad de deleitarse con su belleza, reír y llorar en medio de su recitación.

Al recordar el día de ayer, la belleza de la luna y el gélido viento del norte, Bai Juyi no pudo evitar estremecerse. Las noches en Chang'an eran profundas y penetrantes. Anhelaba liberar sus emociones, volcar su corazón en la escritura. Conectando sus pensamientos con sus emociones, su pincel danzaba sobre el papel, capturando la esencia de sus sentimientos. A veces, las historias no se basaban en una lógica estricta ni en descripciones densas, sino que se expresaban a través de la delicada danza de los copos de nieve fuera de la ventana, reflejando el estado mental de Bai Juyi. Las palabras «No sientas el giro de la trompeta» podrían simbolizar la fragilidad de las chispas del fuego, pero para Bai Juyi, representaban algo más profundo. ¿Cuáles eran las maravillas del cielo? ¿Cuáles eran los talentos de lo divino?

Mientras la chimenea se apagaba lentamente, Bai Juyi reflexionaba sobre la bondad del destino. Cada día que pasaba, el telón de la vida se desvanecía, mezclándose con la esencia del tiempo. El amor y el odio se entrelazaban, al igual que las estaciones cambiaban a lo largo del año. Sin embargo, comprendía la importancia de preservar su bienestar, reconociendo la naturaleza transitoria de las riquezas de la vida. A veces, una historia trascendía la mera lógica; resonaba en el corazón. Como los copos de nieve, Bai Juyi había superado muchas tormentas, pero a pesar de todo, se mantenía resiliente.

Al amanecer, se abrió un nuevo capítulo en la vida de Bai Juyi. El artículo ampliado le brindó la oportunidad de profundizar en su introspección, explorando territorios inexplorados. Con cada nueva palabra, el tema resonaba de forma constante, haciendo eco de los sentimientos de la pieza original. El aumento de palabras le brindó la libertad de profundizar, de ahondar en las intrincadas emociones que recorrían el alma del poeta. De hecho, Bai Juyi había pasado una noche en vela, pero al final, su resolución prevaleció, impulsándolo a levantarse y abrazar el prometedor amanecer de un nuevo día en el año 700 d. C., una época virgen de la tecnología moderna, donde se podía navegar por los delicados matices de la poesía y la historia.

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